1.400 millones de católicos esperan al Sucesor de Pedro
Todo lo que ocurra en torno a la fumata blanca parecerá una película, pero se estará escribiendo otro capítulo de la historia
A pesar de la solemnidad del momento presente, con la Iglesia en sede vacante y 1.400 millones de católicos en todo el mundo en cierto modo huérfanos, no faltan las alusiones cinematográficas en nuestras páginas. Efectivamente, un cónclave tiene todos los elementos para montar una historia fascinante. Así ha ocurrido también con las imágenes que nos han llegado estos días de la despedida a Francisco: la solemne liturgia en la plaza de San Pedro, convertida en corazón del mundo; el recorrido en papamóvil por Roma, la presencia de 160 delegaciones de países y el «milagro» de Trump y Zelenski dialogando en la basílica de San Pedro, hasta esa imagen solitaria de una sencilla rosa blanca en su tumba —de las mismas que le llevaron sus amigos los pobres—.
Y, sin embargo, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, nos advierte frente a la tentación de montarse películas sobre el cónclave. «Esto no es nada cinematográfico», asegura. Es la vida real, la de 200.000 personas que quisieron despedirse de un Papa que las había tocado. Entre ellas, muchas a las que Francisco cambió la vida con un abrazo, unas palabras o incluso dinero. Muy reales son también los 133 cardenales, de otros tantos contextos, que a partir del 7 de mayo se encerrarán en la Capilla Sixtina y, tras intentar conocerse de forma profunda durante dos semanas y media, votarán a quien creen que debe ser el nuevo Sucesor de Pedro. El obispo de Ajaccio (Córcega) pero de origen español, Francisco Javier Bustillo, comparte que lo hacen con un gran sentido de la responsabilidad porque esos 1.400 millones de católicos que citábamos al principio «se merecen un buen Papa». Estos fieles tienen, por su parte, el deber de pedir al Espíritu Santo luz para sus pastores. Todo lo que ocurra antes y después de la ansiada fumata blanca podrá parecer una película, pero se estará escribiendo otro capítulo de la historia. Y esta siempre supera la ficción. Permanezcan atentos a sus pantallas.