50 misioneros evangelizando con la Palabra - Alfa y Omega

50 misioneros evangelizando con la Palabra

La Iglesia se acerca a los que buscan a Dios saliendo del templo y yendo a los hogares a llevar la Escritura en proyectos como Parroquia en Misión, puesto en marcha por Santísima Trinidad de Collado Villalba

Begoña Aragoneses
Carmen, Mario, Juana Mari y Luis, ante algunos de los elementos del kit de misioneros que llevan a las casas
Carmen, Mario, Juana Mari y Luis, ante algunos de los elementos del kit de misioneros que llevan a las casas. Foto: B. A.

«En el principio existía la Palabra. Y la Palabra estaba junto a Dios. Y la Palabra era Dios». Palabra que es «viva y eficaz». Por eso, la archidiócesis de Madrid propone arrancar el curso 2025-2026 de su mano, «guiados por el Señor, a la escucha de la Palabra y movidos por su gracia». Una Palabra que fue calando en el corazón del párroco de Santísima Trinidad de Collado Villalba, Luis Fernando Murillo, a la luz de la realidad parroquial y con dos llamadas concretas: el «consolad a mi pueblo» de Isaías y el «tengo que ir a otros sitios» del propio Jesús. «Aquí hay muchos barrios, mucha gente de origen hispano y personas que no se acercan a la parroquia». Por eso, enmarcado en el Jubileo dedicado a la esperanza, lanzaron hace unos meses el proyecto Parroquia en Misión para «llevar la Buena Noticia a los que casi no tienen buenas noticias», visitando a la gente en sus casas. Piensa Murillo que el Señor quería esto porque «lo había orado»; pero además se lo confirmó cuando la respuesta de misioneros fue abrumadora: se sumaron a la iniciativa medio centenar de personas de todas las realidades de la parroquia (Cáritas, catequistas, grupo de duelo, grupo de fe, focolares…); algo que ha hecho más comunidad si cabe.

Carmen, Mario, Juana Mari y Luis, ante la parroquia de la Santísima Trinidad de Collado Villalba
La Palabra es el centro de un proyecto que ha unido a toda la comunidad. Foto: B. A.

Cerca de 40 familias se apuntaron para acoger a los misioneros, que van de dos en dos con un kit que incluye una Biblia —física, porque «somos religión de libro»—, una vela, un mechero, hojitas para anotar peticiones y frases bíblicas. «El fin es llevar la Palabra; el centro es la Palabra», relata el sacerdote. Así, la parábola del hijo pródigo ha servido de eje sobre el que meditar y compartir lo que a cada uno le dice en su vida. Este curso seguramente se hará oración con la tempestad calmada por Jesús. Libremente y de manera espontánea, en un clima de oración, van saliendo los dolores y los anhelos de cada uno. La familia, los trabajos, ese hijo, la enfermedad. «Son personas necesitadas espiritualmente», apunta Murillo, a las que se trata como lo hacía Jesús, entrando en sus hogares. A partir de ahí, «la relación empieza a cambiar, se hace más personal». Carmen, una de las misioneras, apunta que «son gente que está deseando hablar de Dios». El hecho de llevar a su casa la Palabra hace que, como señala Mario, otro misionero, «se quede en la familia y fructifique dentro de ella». En este sentido, además del «elemento de unidad» que, según Carmen, se favorece en los encuentros en las casas, se provoca también que la Escritura «sea carne de tu carne, que vean que es algo para vivirlo», añade Juana Mari, otra de las misioneras.

Como suele acudir uno de los sacerdotes de la parroquia, se concluye con la bendición personal y, si lo desean, también de la casa. Se reza la oración del Jubileo y se les entrega un tríptico con todas las actividades parroquiales. Por el momento, han ido a unos diez hogares en encuentros que ya van dando frutos: adultos que quieren iniciar un catecumenado, niños que se apuntan a catequesis, parejas que se plantean su matrimonio por la Iglesia. Y alegría, consuelo, paz. Esperanza. «Si uno de los baremos son los frutos, creo que el Espíritu Santo lo está bendiciendo», tercia Mario. Y el párroco concluye: «El Espíritu movió a la parroquia a no quedarnos dentro; hay más ovejas, pues salgamos a atenderlas».

«Dios habla nuestro lenguaje»

Con la Palabra como centro, al igual que hacen en la parroquia villalbina, la archidiócesis de Madrid celebra estos días la Semana de la Palabra. Gabriel Benedicto, coordinador de la comisión encargada de preparar esta semana, sacerdote, párroco de La Paloma y vicario de la Vicaría VI, explica que «en octubre empieza la maquinaria» de las parroquias y es necesario en septiembre «preguntarle al Señor qué espera de nosotros». Porque «el peligro es ser como Marta —“hay muchas cosas que hacer”— y perder el recogimiento de María».

El Evangelio propuesto para la lectio divina de esta semana son las parábolas del Reino, de ese «hombre que trabaja y, en lo cotidiano, contra su pronóstico, se encalla el arado y aparece un tesoro». Significa hallar «lo extraordinario en medio de la vida ordinaria», porque «no te tienes que ir al Himalaya para escuchar a Dios». Dios habla en la Escritura, pero también a través de su creación, que es la propia vida, los acontecimientos y sus criaturas, los hombres. «Nos habla en el silencio de nuestro corazón» y «nos habla a través de los deseos; en la oración nos hace querer lo que Él quiere». Y, siempre, «Dios habla nuestro lenguaje». Es más, «le gusta muchísimo hablarnos», incluso a veces «a través de las películas».

Y, ¿cómo se escucha a Dios? «Lo primero sería la purificación de lo que tenemos hoy, que es la dictadura del ruido» y, después, aprender a escuchar con el corazón, «quitando la cera de los oídos» y «no escuchándonos a nosotros mismos, a nuestros criterios». Quizá el Señor, apunta el sacerdote a modo de ejemplo, está pidiendo en las parroquias nuevos servicios o desinstalarse de lo acostumbrado. «Ver si lo que uno hace lo hace desde el servicio o desde uno mismo», resume.

Kit del misionero elaborado por la parroquia Santísima Trinidad de Collado Villalba
Kit del misionero elaborado por la parroquia Santísima Trinidad de Collado Villalba. Foto: B. A.

Para esto, la diócesis ha incorporado materiales y propuestas litúrgicas a su página web, archimadrid.org. Se trata de todo un itinerario de oración con la Palabra de Dios para escuchar su voz y responder a ella. Además de la lectio divina, este año se ha elaborado un material para la oración con los niños que les ayude a «buscar, conocer y amar cada vez más al Señor Jesús». Se les propone un encuentro comunitario en la capilla para orar con el corazón, orar con la Escritura y orar en comunidad. Asimismo, hay un Kit del buscador del Gran Tesoro.

En cuanto a la liturgia, la comisión ha sugerido colocar en el templo el libro de la Palabra de Dios; usar el Evangeliario, que se puede llevar en procesión de entrada hasta el altar; cantar la introducción al Evangelio y la aclamación, usar cirios e incienso durante su proclamación «para subrayar que es el Señor el que está presente y habla» y «valorar el silencio al final de cada lectura y de la homilía para permitir que la Palabra sea acogida internamente».