Emocionante historia de animación para adultos - Alfa y Omega

Emocionante historia de animación para adultos

La mercancía más preciosa, un filme de animación conmovedor y rebosante de autenticidad.

Juan Orellana
La cinta recibió tres nominaciones a los Premios César y también a mejor película en Cannes. Foto: Bteam Pictures.

El director francés Michel Hazanavicius sorprendió al mundo en 2011 con una cinta muda y en blanco y negro, The Artist, que se alzó con cinco estatuillas de la Academia de Hollywood —entre ellas Mejor Película y Mejor Director—, tres Globos de Oro, siete BAFTA y seis César de la Academia francesa. Desde entonces, este cineasta ha tenido una trayectoria mucho más modesta y algo errática. Pero ahora vuelve a llamar la atención poniéndose al frente de un filme de animación conmovedor y rebosante de autenticidad: La mercancía más preciosa.

El argumento nos lleva a un bosque del noreste de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Un matrimonio de leñadores pobres trata de sobrevivir al invierno duro y frío. Su existencia es triste y desesperanzada, marcada por el recuerdo de un niño que se les murió. Un día con mucha nieve, al pasar junto a la vía del tren, la leñadora oye llorar a una bebé, que alguien debe de haber arrojado desde un vagón en marcha. ¿Quizá un judío camino del campo de concentración? La mujer se hace cargo de la pequeña, pero su marido se niega a aceptarla y manda a ambas a vivir al granero. Sin embargo, la dureza de su corazón va a quebrase el día que casualmente oye los latidos de la niña. A partir de ese momento ya nada va a ser igual para ninguno de los tres y comienza una historia emocionante hasta las lágrimas.

Hazanavicius hace gala de una exquisita sensibilidad humana y nos lleva de la mano por un camino lleno de crudeza pero que se abre a la esperanza y a la resurrección. Su película nos habla del amor como el motor real de la historia, como lo único que permanece; y lo hace con una trama de acogidas encadenadas que nacen de la gratuidad y de la disposición a dar la vida por el otro. En paralelo, otra trama sigue la vida destrozada del padre biológico de la niña, el judío que la arrojó por un ventanuco del tren con la esperanza de que alguien la recogiera. A este buen hombre también le aguarda una luz al final del túnel. Muchos personajes están atravesados de una religiosidad espontánea y profunda.

La animación es sorprendente, pues a pesar de su trazo grueso, los rostros son capaces de llegar hondamente al espectador y de transmitir emociones intensas. Los fondos son maravillosos y la banda sonora del gran Alexander Desplat, magnífica. Un narrador nos va dando las claves de interpretación ética de la historia, con la espléndida voz de un anciano Jean-Louis Trintignant en la versión original.

Aunque la cinta es una revisión histórica de un argumento manido, en realidad nos habla del mundo actual, de la necesidad de humanizar las relaciones y de volver a lo esencial. Señala cómo se puede ser rico siendo pobre, algo escandaloso en una sociedad en la que el consumo es la forma mentis de la mayoría. Una joya de la animación, del cine que inspira y una joya del cine histórico.