«La caridad no se toma vacaciones», dice Krajewski al enviar más ayuda a Ucrania
Aunque León XIV está descansando en Castel Gandolfo, ha hecho llegar su solidaridad a través de la Limosnería Apostólica
Mientras León XIV descansa en la residencia de Castel Gandolfo retomando una de las antiguas tradiciones papales, la máquina solidaria del Vaticano no se detiene. A través de la Limosnería Apostólica, el Dicasterio para el Servicio de la Caridad ha enviado un cargamento de ayuda humanitaria a la región ucraniana de Járkov, que ha sido recientemente golpeada por bombardeos rusos especialmente focalizados en la población civil.
Según ha declarado a la prensa vaticana el cardenal polaco Konrad Krajewski, quien es limosnero del Papa, el rápido envío de víveres se debe a que «el Santo Padre nos pidió que lo hiciéramos cuanto antes». Y en una nota de humor ha añadido que «la caridad no se toma vacaciones».
Los camiones enviados por la Santa Sede están cargados de alimentos no perecederos como conservas, aceite, pasta, carne, pescado o atún. Van rumbo a Staryi Saltiv y Shevchenkove —dos municipios especialmente damnificados— y todos ellos partieron desde la basílica de Santa Sofía. Es el templo de referencia para los grecocatólicos ucranianos afincados en Roma. Además, esta basílica y su recinto han sido desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania uno de los puntos centrales para organizar el envío de ayuda humanitaria.
Los paquetes se enviarán casa por casa para subrayar la cercanía del Pontífice y llevarán un texto que diga tanto en ucraniano como italiano: «Regalo del Papa León XIV a la población de Járkov». Según Krajewski, «para quienes han perdido casi todo, estas cajas son un recordatorio de que no están solos».
Un legado solidario
Este último envío constituye solo uno más de los que ha realizado el Vaticano hasta ahora. El penúltimo, que tuvo lugar en junio, incluyó colchones, alimentos y juguetes para niños. Y sigue la estela del compromiso con los ucranianos que ya adoptó el difunto Papa Francisco.