Uno de nuestros hijos, cuando era poco más que un bebé y todavía gateaba por la casa, aprendió una forma tan graciosa de desafiarnos que, en lugar de provocar la riña, hacia que no pudiéramos ocultar la risa. Llegaba hasta el borde de una habitación recién fregada, nos miraba riéndose y ponía una mano en el suelo mojado. Dejaba apenas una huella sin importancia, que, obviamente, si no tenía respuesta alguna por nuestra parte, enseguida se convertía en dos.
Perdonen el ejemplo familiar, pero la analogía me viene al pelo para recomendarles una serie documental y explicarles el incidente de Perejil, un islote sobre el que España reclamaba soberanía, pero que más bien parece estar en tierra de nadie.
Ocupado el 11 de julio de 2002 por un grupo de soldados marroquíes, que plantaron la bandera del reino alauí en las rocas, la historia de esta guerra, que afortunadamente no fue, se nos cuenta ahora en tres episodios de una estupenda serie documental. La podemos ver en Movistar Plus+ y deberían ponerla en alguna que otra clase de Historia e, incluso, en algún que otro grado de Relaciones Internacionales.
Los que no sepan de qué va esta estrambótica historia perejilesca van a irla descubriendo casi a ritmo de thriller, con unas magníficas recreaciones y unos testimonios muy relevantes, con el del entonces presidente del Gobierno de España, José María Aznar, a la cabeza. Los que nos sabemos el cuento, nos podemos dejar sorprender por cuestiones menores como la maqueta de la roca que hicieron a toda prisa en la juguetería de abajo de la casa del ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, o por asuntos mayores como el sibilino papel que la Francia de Jacques Chirac jugó en el incidente.
En aquellos días, pudimos habernos metido en un auténtico fregado. Ahora pensamos en el ministro Trillo-Figueroa y en las cabras de un islote desierto y nos da la risa.
Vean la serie y entenderán por qué aquellos acontecimientos no son como para tomárselos a broma.