Ganador del premio Princesa de Girona Social: «Nuestras incubadoras han salvado miles de vidas»
Pablo Sánchez comenzó pidiendo dinero en su parroquia de Pamplona para desarrollar una incubadora de bajo coste. Hoy las manda a 30 países en vías de desarrollo. El proyecto le ha valido para ganar el premio Princesa de Girona Social, que recogió el miércoles pasado de las manos de la princesa Leonor
¿Qué ha supuesto para usted recibir este premio?
Ha sido un regalazo, porque ha sido un empujón muy grande al proyecto. Nos está ayudando a poner luz a algo que no era tan conocido. Ahora nos lo han entregado, pero el premio ya se anunció hace cinco meses y ha sido increíble la difusión que ha tenido en medios de comunicación. Gracias a ella, mucha gente ha conocido la iniciativa, ha colaborado con nosotros y eso nos ha permitido llevar muchas más incubadoras a los lugares de destino. Al final se puede decir que este premio ha salvado vidas, así que sí muy agradecido la verdad.
El premio reconoce el talento joven.
Es ilusionante. A la gente le da esperanza ver que no es una generación perdida. Muchas veces resuena el árbol que cae, pero aquí vemos todo un bosque que crece sin hacer ruido. En este caso, por ejemplo, vemos un grupo de jóvenes que lleva 10 años poniendo nuestro tiempo e incluso nuestro dinero para salvar vidas de gente que ni siquiera conocemos.
Explíqueme eso del dinero.
Yo soy ingeniero industrial. Hace como unos ocho años, estaba haciendo el diseño del primer prototipo pero necesitaba dinero para ponerlo en marcha. No sabía muy bien dónde pedir y se me ocurrió ir a mi parroquia, en Pamplona, a explicar la situación. Me acuerdo que me dejaron salir al final de una Eucaristía y hubo un grupo de gente que se levantó para ir a sacar dinero al cajero. Entre todos, reunimos 2.500 euros y así logramos financiar los materiales para las primeras pruebas. De hecho, parte de ese grupo me acompañaron el otro día en la entrega del premio. Luego ya, hace unos cinco años, entraron los salesianos, cuyos alumnos de formación profesional colaboran en el montaje, y así hemos logrado mandar incubadoras a 30 países.

¿Cómo funcionan?
Se trata de simular el vientre materno. Cuando un bebé es prematuro tiene muchas dificultades para regular su propia temperatura. Aunque haga 25 grados fuera, puede morir de hipotermia. Entonces, la incubadora le protege y le calienta. Eso es lo esencial, aunque las incubadoras comerciales tienen muchas más funcionalidades. Por eso son mucho más caras. Nosotros hemos tratado de simplificarla al máximo, y por eso cuesta 100 veces menos. Así hemos podido llegar a todos esos países donde no llegan las incubadoras comerciales por su elevado coste.
¿Hasta dónde han llegado?
A muchos países. Sierra Leona, Camerún, Senegal, Etiopía… también hemos mandado a Ucrania, que las han necesitado por el tema de la guerra. En Etiopía, por ejemplo, ya tenemos 25 incubadoras. Hay un montón de registros de bebés que han pasado por ellas, y al final eso se traduce en un montón de vidas salvadas y también en mamás y papas que han disfrutado del regalo de la vida de sus hijos.