Un converso, un partido de básquet, un tendón... así ocurrió el milagro que logró la canonización de Frassati - Alfa y Omega

Un converso, un partido de básquet, un tendón... así ocurrió el milagro que logró la canonización de Frassati

Tras ser curado, Juan Manuel Gutiérrez se puso a llorar. «Le dije al Señor en mi corazón: “No puede ser. No porque no tengas el poder para sanarme, sino porque sé que no tengo la fe para algo así”. Y eso me conmovió»

José Calderero de Aldecoa
Tapiz de Frassati durante su canonización. Foto: CNS.

El joven italiano Pier Giorgio Frassati, que murió con 24 años en 1925, fue canonizado este domingo por el Papa León XIV. La celebración fue posible tras la milagrosa curación en 2017 del entonces seminarista de origen mexicano Juan Manuel Gutiérrez.

El joven se había trasladado a Estados Unidos para encontrarse con su padre, que se había separado de su mujer cuando Gutiérrez tenía 2 años. Al recalar en el país, alguien le invitó a un retiro espiritual y allí mismo regresó a la fe católica en la que había sido educado. Después de aquella experiencia, revelada por el editor jefe del periódico digital de la diócesis de Los Ángeles, Pablo Kay, el chico terminó ingresando en el seminario de St. John en Camarillo, California.

En el centro de formación Juan Manuel Gutiérrez compaginó sus preparación al sacerdocio con la práctica deportiva. Quiso jugar al baloncesto con el resto de compañeros, pero a los pocos minutos sufrió un accidente: rotura del tendón de Aquiles.

El diagnóstico, sin embargo, tardó en llegar. Primero, porque el joven trató de aguantar el dolor para ver si pasaba solo. Y después porque el primer médico al que consultó no acertó con el problema. Fue otro seminarista, René Haarpaintner, un viudo de unos 50 años que había dejado la medicina para ingresar al seminario, revela Kay, quien le ayudó en el proceso y apuntó hacia una posible rotura del tendón.

El médico le recomendó la cirugía como la mejor opción para él. «Un sentimiento de pavor se apoderó del seminarista. La cirugía significaría un largo y doloroso camino hacia la recuperación. Sin duda, su rendimiento escolar se vería afectado, ¿y cómo iba a pagar la operación? Aún no le había contado a su familia en Nebraska ni en México nada acerca de la lesión», escribe el periodista americano.

Al día siguiente, Día de Todos los Santos, Juan Manuel pensó que sería bueno contar con algo de ayuda extra desde el cielo y comenzó una novena al entonces beato Giorgio Frassati, quien fue beatificado por san Juan Pablo II en 1990. Hijo de un periodista y una pintora, el italiano cultivó desde pequeño una profunda devoción eucarística.

A pesar de ello, el joven mexicano tampoco sentía una especial devoción por Frassati. «Lo había conocido de la misma manera que había aprendido sobre tantos otros santos: viendo vídeos de YouTube». Sea como fuere, el seminarista comenzó a rezarle en el momento que los candidatos a sacerdote tenían reservado para la adoración al Santísimo.

Al poco de comenzar la novena —Gutiérrez no recuerda con exactitud el día—, sintió «un calor alrededor del área de mi lesión», le contó él mismo a Pablo Kay. «Era leve. Pero fue aumentando poco a poco, y por un momento pensé que un enchufe de la electricidad se estaba incendiando. Busqué el fuego, pero no había fuego allí. Recuerdo mirarme el tobillo y pensar: “Qué extraño”, porque podía sentir el calor».

Tras la experiencia «le dije al Señor en mi corazón: “No puede ser. No porque no tengas el poder para sanarme, sino porque sé que no tengo la fe para algo así”. Y eso me conmovió». Las lágrimas comenzaron a resbalar por su cara. Ya no necesitaba los aparatos ortopédicos, para sorpresa suya y del médico que le examinó unos días después: «No tienes ningún hueco en el tendón. Debes tener a alguien cuidándote desde ahí arriba», le dijo.

Gutiérrez había sido curado y un tiempo después se decidió a escribir un correo electrónico a la causa de canonización de Frassati contando la experiencia. Un hecho clave para que ahora el joven italiano haya podido subir a los altares.