Estas mujeres llevaron al Papa el drama de miles de desaparecidos en Ucrania
«Tenemos la esperanza de que Dios nos escuche», afirma Lilia tras encontrarse con el Papa León XIV. Su marido está desaparecido desde que lo apresaron en el frente de Ucrania en abril de 2022
«Lo busco todos los días y espero algún día encontrarlo». María es la madre de Hryhoriy, médico militar ucraniano desaparecido en el frente en abril de 2022, dos meses después del inicio de la guerra. La mujer pertenece a la organización no gubernamental Médicos Militares, que reúne a las familias de los sanitarios que han desaparecido o que han sido hechos prisioneros por el ejército ruso.
El 17 de septiembre, pudo conversar brevemente con el Papa León XIV tras la audiencia general de los miércoles. La acompañaban otras once mujeres de su país, todas representantes de ONG o asociaciones de familias de prisioneros y desaparecidos de guerra. «Era la primera vez que veía al Papa tan de cerca y todas vinimos aquí con gran esperanza», asegura en entrevista con Radio Vaticano.
Gracias a sus esfuerzos, Médicos Militares ha logrado traer a casa a muchos sanitarios prisioneros. «Los médicos no son luchadores. Tratan de salvar la vida de los soldados heridos y por eso, a menudo, también mueren en el frente».

500 médicos asesinados
La entidad «también recopila información sobre el número de médicos muertos, prisioneros y desaparecidos, así como información sobre el número de ataques contra instalaciones médicas en Ucrania». En julio, el Ministerio de Salud del país informó de que más de 500 médicos han sido asesinados desde el comienzo de la guerra.
«Desde niño, Hryhoriy soñaba con convertirse en médico. En la universidad trabajó en urgencias y en centros de rehabilitación», dice recordándole. Nada más producirse la invasión rusa, «fue a la comisaría militar diciéndome: «No puedo quedarme mirando. No me esconderé»».
Al principio estaba en la frontera de la región de Sumy, luego fue trasladado a Bakhmut. «Allí perdimos el contacto con él. En agosto de este año cumplió 31 años. Espero encontrarlo vivo, llevarlo a casa».
Violación del derecho humanitario
Lilia representa a la asociación Condenados pero no Olvidados. Es la madre de Volodymyr, prisionero de guerra. «Es un marine. Al comienzo de la guerra estaba destinado en la ciudad de Mariúpol, fue hecho prisionero en abril de 2022 y todavía lo está. Y la Federación Rusa lo condenó».
La condena de prisioneros de guerra, indica Lilia, es una grave violación del derecho internacional humanitario, en particular de los Convenios de Ginebra. Desde Italia, donde vive como refugiada con su hijo menor, Lilia intenta ayudar a las familias de los prisioneros ucranianos y «llevar este problema a la atención del mundo entero, para que todos sepan que no somos solo números y estadísticas». El 25 de septiembre Volodymyr cumplirá 30 años. Su esposa e hija no tienen ningún contacto, la parte rusa no lo permite.
Toda la información que tienen ha sido transmitida por otros prisioneros de guerra que han regresado. «Esperemos, alimentando la confianza. Por eso hemos venido al Papa. Tenemos la esperanza de que Dios nos escuche, que tarde o temprano habrá justicia y que nuestros chicos vuelvan a casa». Lo que ayuda a Lilia a no caer en la desesperación es la conciencia de que está luchando no solo por su hijo, «sino por todos hasta el final».

«Prometí que no las abandonaría»
El marido de Olena, que también está presente en la audiencia en la plaza de San Pedro, regresó de prisión hace un año. Sin embargo, sigue ayudando a las familias que todavía esperan a sus seres queridos. La joven representa a la Asociación de Organizaciones Civiles Adamant, que reúne a varios grupos para un total de más de 6.000 personas.
«Cuando llevé a mi marido a casa prometí a las otras familias que no las abandonaría. Quiero que sientan la misma alegría que yo, que puedan volver a abrazar a sus seres queridos». Adamant ofrece apoyo a los militares ucranianos incluso después de regresar del encarcelamiento ruso, les ayuda a recuperar su salud física y mental.
«Lo que vivimos es una prueba de resiliencia muy difícil. Estamos agradecidos a todos los que nos apoyan. Para nosotros es importante que la gente sepa que estamos en dificultades, nunca quisiéramos que alguien tuviera que tener la misma experiencia que nosotros».