Así fue el último paso de Francisco por la plaza de San Pedro del Vaticano - Alfa y Omega

Así fue el último paso de Francisco por la plaza de San Pedro del Vaticano

Desde líderes mundiales hasta la religiosa más anciana de Roma, todos fueron a despedir al Papa. Y así, él se fue como vivió: abrazado por todos, todos, todos

Cristina Sánchez Aguilar
Más de 200.000 personas asistieron a las exequias del Papa Francisco el pasado sábado en la plaza de San Pedro
Más de 200.000 personas asistieron a las exequias del Papa Francisco el pasado sábado en la plaza de San Pedro. Foto: CNS.

Esa imagen sorrentiniana del féretro solo ante la puerta de la basílica de San Pedro, que tanto evocaba aquella imagen congelada de su pontificado en la que rezaba, diminuto y en soledad, por las víctimas de la pandemia de la COVID-19 y sus familias, y pedía a Dios que devolviese la salud al mundo. Ese último paseo por su querida plaza, a la que quiso regresar el día antes de partir a la Casa del Padre para expresar su deseo a la gran urbe de que «volviéramos a esperar que la paz es posible». El Papa Francisco se despidió de su paso por esta tierra con el corazón en Israel y Palestina. En Yemen. En Ucrania. En Líbano y Siria. En Sudán y Sudán del Sur. Y, en definitiva, en todos aquellos sufrientes y en «los que esperan en Dios y ponen sus frágiles manos en su mano grande y fuerte, se dejan levantar y comienzan a caminar». 

El papamóvil con el féretro recorrió parte de la via papalis, que hacían los Pontífices tras ser nombrados
El papamóvil con el féretro recorrió parte de la via papalis, que hacían los Pontífices tras ser nombrados. Foto: CNS.

Francisco se fue como vivió. Rodeado de quienes más le querían —sus personas de confianza, secretarios, asistentes, no se movieron apenas del lado del féretro durante la capilla ardiente—. Con miles de fieles haciendo cola hasta altas horas de la madrugada para dar el último adiós al Pontífice, como Giovanni y Lucetta, ambos romanos, que la noche del miércoles, tras la jornada laboral, esperaron pacientemente más de cuatro horas para entrar a rezar frente al cuerpo presente del Papa argentino. «Queremos despedirnos de él en persona; ha sido alguien fundamental en la historia de la Iglesia y le estamos muy agradecidos por su magisterio y por su forma de recordarnos que, para predicar el Evangelio, hay que ser también samaritano», explicaba ella. Ver a Francisco con su rosario entrelazado entre las manos, casi ya grisáceo tras tantas horas de exposición, no resultaba fácil. Quien entraba móvil en mano con la curiosidad de inmortalizar un momento histórico, cambiaba la tecnología por el pañuelo para secar las lágrimas. 

Había todo tipo de perfiles en la Misa, fieles que esperaron durante horas bajo un intenso sol romano
Había todo tipo de perfiles en la Misa, fieles que esperaron durante horas bajo un intenso sol romano. Foto: CNS.

La multitud que esperaba durante horas para la despedida se multiplicó al alba del pasado sábado, 25 de abril. Tropas de adolescentes —literalmente, muchos de ellos eran boy scouts— llegados para la canonización de Carlo Acutis y sorprendidos despidiéndose del Pontífice, grupos de monjas, fieles llegados de diversas partes del mundo, acampaban ya a las puertas de la via della Conciliazione  para ser los más cercanos a compartir la celebración de la Misa exequial por el alma de Francisco, el Papa número 266 de la historia de la Iglesia. Los más de 200.000 fieles aglutinados en torno al sucesor de Pedro, sumados a aquellos que copaban las calles que recorrería después, por última vez, el papamóvil adaptado para el féretro hasta la basílica de Santa María la Mayor —una de las cuatro papales de Roma y cuna del icono de la Salus Populi Romani, la Virgen venerada por el Papa—, cumplieron lo que tantas veces él pidió al pueblo de Dios: «No se olviden de rezar por mí». 

Las horas previas a la celebración fueron un ir y venir de gente que esperó cuatro y cinco horas para entrar a la capilla ardiente.
Las horas previas a la celebración fueron un ir y venir de gente que esperó cuatro y cinco horas para entrar a la capilla ardiente. Foto: CNS.

La Misa exequial, multilingüe e histórica por incorporar los cambios que hizo el propio Francisco, en los que simplificaba el protocolo funerario, contó con la presencia de más de 160 delegaciones de países de todo el mundo, entre los que se encontraban 50 jefes de Estado y decenas de líderes mundiales, como los reyes de España, Felipe y Letizia, encabezando la delegación española y acompañados por las vicepresidentas primera y segunda del Gobierno, María Jesús Montero y Yolanda Díaz. También acudieron el ministro de presidencia, Félix Bolaños y Alberto Núñez Feijóo. El presidente de Argentina, Javier Milei; el de Estados Unidos, Donald Trump, o el de Ucrania, Volodímir Zelenski, también acudieron a despedirse del responsable del Estado vaticano bajo un intenso sol romano. Además de las reuniones posteriores, fue un momento muy significativo el de la paz. Un acto simbólico que, con la fuerza del Espíritu Santo y la intercesión del Papa, podría abrir caminos de diálogo.

El cardenal Re, decano del colegio cardenalicio, regaló a un mundo —literalmente; solo había que analizar cuántos medios de comunicación cubrieron la jornada— atento a cada palabra la síntesis de una vida donada: «A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal. Siguió las huellas de su Señor, que amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida». Además, resaltó que cuando Francisco fue designado como Pontífice, «conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia». No solamente mediante un contacto directo y cercano con todas las personas, sino «entregándose sin medida a los últimos de la tierra y los marginados».

La reunión de Trump y Zelenski, el primer milagro del Papa
El presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy se reúnen en la basílica de San Pedro antes del funeral del Papa Francisco

Así lo definió el cardenal italiano Matteo Zuppi, uno de los enviados de Francisco a mediar en el conflicto ucraniano: la reunión entre los presidentes de EE. UU., Donald Trump, y Ucrania, Volodímir Zelenski, el pasado sábado en el Vaticano, poco antes de las exequias de Francisco, fue «un milagro» del Pontífice argentino. La imagen poderosa de ambos mandatarios, frente a frente en una espaciosa sala vaticana, quedará en la retina de la historia.

La Casa Blanca calificó la reunión, que duró 15 minutos, como «muy productiva», mientras que Zelenski la describió como «muy simbólica», con la posibilidad de convertirse en un encuentro «histórico». La minicumbre mundial que fue la Misa exequial dio su primer fruto, aunque este no fue el único.