Dos santos con 'jeans'

Dos santos con jeans

Tanto Pier Giorgio Frassati como Carlo Acutis demostraron que la santidad no es una quimera inalcanzable; y que, si se deja actuar a Dios en la vida, también se puede recorrer el camino en vaqueros y deportivas. Eso sí, con radicalidad

Eva Fernández
Los tapices con la imagen de Frassati y Acutis sobre la plaza de San Pedro durante la canonización.
Los tapices con la imagen de Frassati y Acutis sobre la plaza de San Pedro durante la canonización. Foto: CNS.

Estos tapices están tejidos con hilos invisibles que hablan de dos jóvenes que hicieron de su vida ordinaria algo extraordinario. Convirtieron la normalidad de su día a día —clases, deporte, aficiones, amigos, familia, catequesis, vida de piedad—, en su «autopista hacia el cielo», como le gustaba repetir a san Carlo Acutis. Tanto Pier Giorgio Frassati como él nos han demostrado que la santidad no es una quimera inalcanzable; y que, si se deja actuar a Dios en la vida, también se puede recorrer el camino en vaqueros, deportivas y hasta en pantuflas y bata. Eso sí, con radicalidad y sin medias tintas. Te invito a que te fijes en sus rostros. Santos que atravesados por Dios transformaron a las personas con las que convivían, ayudando a los que tenían cerca, siempre mirando «hacia lo alto», lema de Frassati. 

Fue una ceremonia llena de primeras veces: las primeras canonizaciones de León XIV y el primer santo del siglo XXI canonizado. Desde la primera fila, Antonia y Andrea, los padres de Carlo, escucharon emocionados la fórmula con la que el Papa incluía a su hijo en el elenco de los santos, también ante sus hermanos, los mellizos Francesca y Michele. Estaba presente además el único familiar vivo de Frassati, su sobrina nieta Wanda, de 96 años.

León XIV nos regaló una homilía en la que invitaba a todos, especialmente a los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a hacer de ella una obra maestra. Reflexionando sobre sus biografías, reconocía que el riesgo más grande de la vida es desaprovecharla fuera del proyecto de Dios. Se notaba que se había contagiado de la fuerza de los dos gigantes a los que acababa de canonizar: «Dios nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu, y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su Palabra». 

Los medios para conseguir asemejarnos a los santos de «la puerta de al lado», en recuerdo a la expresión del Papa Francisco, no están a desmano: «La Santa Misa diaria, la oración y, especialmente, la adoración eucarística». Añadió la confesión frecuente, la devoción por los santos y por la Virgen y la práctica de la caridad, que «ejercitaban sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos». 

Una de las peticiones de la oración de los fieles estuvo a cargo de Valeria Vargas, protagonista del milagro que ha permitido la canonización de Acutis, pues se recuperó sin secuelas de un traumatismo craneoencefálico después de que su madre rezara ante sus restos. Otro gran momento fue la entrega de las reliquias. La de Frassati es lana de uno de los jerséis que utilizaba en sus excursiones a la montaña. En el caso de Acutis se trata de un fragmento del pericardio, membrana que protege el corazón; la misma que se empleó en la beatificación, en 2020, y que ha peregrinado por muchos países para extender la devoción a él. Todo un símbolo de la vitalidad de ambos, que continúa bombeando amor de Dios por tantos lugares. Santidad en vaqueros, como camino cotidiano. Un camino que se vive y se comparte y nos lanza hasta el infinito.