El cardenal Cobo reclama «la consideración debida a la magistratura» en la apertura del año judicial
En su homilía, el arzobispo de Madrid ha señalado que este comienzo es «una oportunidad para que la justicia deje de ser una palabra fría en los códigos y se convierta en vida y esperanza para el pueblo»
En la homilía de la apertura del año judicial, este viernes 5 de septiembre en la madrileña parroquia de Santa Bárbara, el cardenal Cobo ha recordado a los presentes que empezar un nuevo curso es, «de algún modo, comenzar de nuevo: una oportunidad para que la justicia deje de ser una palabra fría en los códigos y se convierta en vida y esperanza para el pueblo». Más aún «en este jubileo de la esperanza que estamos celebrando con toda la Iglesia».
La justicia, ha recalcado el arzobispo de Madrid, «no es un ente o un cuerpo inerme. La justicia la hacéis cada uno y cada una con vuestra tarea diaria, tomando decisiones, respondiendo a una vocación concreta que hoy ponemos delante del Dios de la justicia para que os abrace y ponga alma a vuestros pasos». Por eso «damos gracias a Dios por haberos llamado. Por poneros en este camino». Un camino que «no es fácil, lo sabemos. Vivimos tiempos complicados, de tensiones sociales y de horizontes inciertos». Pero también sabemos, ha constatado, «que la Palabra de Dios es la mejor herramienta para iniciar este curso: nos recuerda que Cristo, el Esposo, está presente. Que Él renueva todas las cosas. Y que vuestra vocación, vivida con honestidad y con esperanza, es un verdadero servicio al bien común y un signo de esperanza para todos».
Ante esos tiempos difíciles, el cardenal Cobo ha propuesto la virtud de la perseverancia y ha rememorado el pasaje evangélico en el que Pablo permanece encarcelado. De igual modo, Jesús, el Hijo de Dios, «también había sido víctima del poder y había tenido que pasar por el fracaso y la muerte». Esto, según el purpurado, hace a los colosenses «dudar de la fuerza de la fe». Pero en este contexto Pablo lanza una llamada que resuena con fuerza también hoy: «Cristo no es uno más entre tantos» sino «el primogénito de toda la creación». Por ello, «este es el momento de revitalizar y renovar nuestro seguimiento a Jesucristo». Con Él y su fuerza «colaboráis en esa tarea tan imprescindible de administrar justicia. Y sabemos bien: sin justicia, el mundo se desliza hacia la barbarie».
Junto con la perseverancia, «hoy sigue siendo necesario reivindicar el respeto al principio de legalidad, la división de poderes, la consideración debida a la magistratura y la independencia judicial». Todos ellos «son elementos fundamentales no solo del Estado de derecho, sino del armazón ético por el que debe discurrir nuestra convivencia», ha aseverado el arzobispo de Madrid. Y ha añadido: «Y como nada humano es ajeno a la Iglesia, como pueblo de Dios, estos principios son acogidos y defendidos por ella». Unos principios a los que, «en el marco de una sociedad plural», hay que añadir «los principios sapienciales de la enseñanza social de la Iglesia, macerados en años y Evangelio», ha indicado el cardenal. Como ejemplo, ha subrayado «la inquebrantable dignidad de la persona humana y su derecho a la vida y a su cuidado».
Por último, el arzobispo de Madrid ha citado al Papa León XIV, quien «ha destacado la importancia de aunar justicia con misericordia»; ha pedido «la escucha atenta de las personas»; ha invitado a que «vuestros despachos sean un lugar donde la ley y la esperanza se miren y se abracen»; y ha expresado su deseo de que «cada auto, cada sentencia, cada acto procesal con testigos y partes sea una ocasión para construir confianza, para sostener la dignidad humana y para mostrar, con palabras y hechos, que la justicia restaura y sana y que, no por casualidad, es la primera de las virtudes cardinales».