El nuncio en Kiev, cuya sede fue dañada por Rusia, denuncia que «los drones apuntan a zonas civiles» - Alfa y Omega

El nuncio en Kiev, cuya sede fue dañada por Rusia, denuncia que «los drones apuntan a zonas civiles»

Aclara que «todos estamos bien» y solo quedaron afectados su techo y el garaje, «pero impresiona escuchar explosiones tan cercanas»

Rodrigo Moreno Quicios
Kien en un ataque enterior el 29 de diciembre de 2023. Foto: OSV News/Danylo Pavlov, Reuters

En la noche del pasado 9 al 10 de julio, Rusia atacó Kiev con drones y misiles balísticos que incendiaron la ciudad y acabaron con un mínimo de dos vidas humanas. La nunciatura apostólica, ubicada en el céntrico barrio residencial de Shevchenkivskyi fue dañada colaterlamente durante el bombardeo, lo que ha llevado a la prensa vaticana a entrevistar a su titular, Visvaldas Kulbokas, sobre el ataque. «Se han intensificado notablemente, son más frecuentes y más violentos que en los últimos tres años», ha sentenciado.

A juicio del nuncio, «lo más inquietante» del bombardeo es que «los drones apuntan claramente a zonas civiles». «Vi con mis propios ojos cómo sobrevolaban la Nunciatura y las casas vecinas», asegura, y «escuchamos varias explosiones, dos de ellas muy próximas». Varios edificios residenciales sufrieron daño y el techo del edificio principal de la nunciatura y su garaje también. «Afortunadamente, todos estamos bien», matiza Kulbokas, «pero impresiona ver y escuchar explosiones tan cercanas».

En el momento en el que este obispo de origen lituano fue entrevistado por la prensa vaticana, aseguró que «todavía no sabemos cuántas víctimas hubo», pues «esa información suele confirmarse al cabo de uno o dos días». No obstante, «cada mañana en Misa rezamos por todos los afectados». También revela que «hoy nuestros colaboradores no pudieron llegar a tiempo a trabajar porque las calles estaban bloqueadas por los escombros», lo que le empujó a él y al resto de personal «a rezar aún más intensamente pidiendo a Dios que nos conceda la paz que los hombres no logran alcanzar».

Kulbokas revela que «cuando suenan explosiones tan fuertes no es posible dormir». Por lo que, nada más oír el ataque, él mismo y Edward Kava —el nuevo obispo de Kamianets-Podilskyi, que también se alojaba allí—, «bajamos inmediatamente, porque si el edificio se incendia, hay que estar listos para evacuar». Tras tres años sobreviviendo a los bombardeos, advierte de que «permanecer en los pisos altos sería imprudente» y «no daría tiempo a salir, como ha pasado en muchas casas civiles». «El peligro no es solo la explosión, sino también el combustible inflamable que llevan los drones», explica. De hecho, a raíz del ataque «ha sido imposible abrir las ventanas» porque «toda la ciudad está envuelta en humo tóxico».

Finalmente, denuncia que desde mayo de este año «la frecuencia y cantidad de misiles y drones se ha disparado». Son aún más que en 2023 y 2024. Ahora, «solo en una noche, se pueden suceder explosiones durante tres horas seguidas». «Escuchas pasar uno, luego regresa, y no sabes a qué apunta. Pasa otro, y otro, y otro más… hasta el décimo, el vigésimo o el trigésimo. Es un bombardeo constante», concluye.