El Papa auditor - Alfa y Omega

Cuando Francisco inició su pontificado, la Curia vaticana necesitaba una terapia de choque y el Papa argentino la aplicó acudiendo a profesionales cualificados. Para desenredar la maraña económica de casi 300 organismos llamó a las consultoras Ernst Young y KPMG, que armonizaron las contabilidades y la revisión anual de cuentas, poniendo fin a las corruptelas.

A su vez, encomendó a McKinsey sistematizar los medios de comunicación, anticuados e inconexos, mientras que asignó a Promontory International la limpieza de clientes tóxicos y evasores fiscales en el banco del Vaticano (IOR). Desde hace años ya no se habla del IOR porque el goteo de escándalos ha pasado a la historia. 

Su terapia de choque incluyó poner sobre el tapete «las 15 enfermedades de la Curia vaticana», desde el carrerismo al narcisismo o la murmuración. La misma energía desplegó frente a los abusos sexuales, creando la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y fortaleciendo la legislación para erradicar los encubrimientos.

Salvo el déficit presupuestario y el mal funcionamiento de la comunicación vaticana, León XIV se encuentra una situación mucho más saneada. Está tomando el pulso a la Curia para entender bien su funcionamiento antes de lanzarse a reajustes y nombramientos.

Lo hace siguiendo su estilo personal: sereno, reflexivo, prudente y preciso. Escucha atentamente a cada jefe de dicasterio para entender los entresijos de los departamentos, especialmente la Secretaría de Estado y la diplomacia vaticana, aunque conoce bien el mundo por haber viajado, como prior general de los agustinos, a medio centenar de países. León XIV está preguntando y escuchando a fondo. No necesita empresas de auditoría pues él mismo escucha. Es el Papa auditor.