El reto de cruzar los Pirineos para que las personas sin hogar puedan superar la montaña de salir de la calle
Marco e Ilde buscan recaudar 55.000 euros, uno por cada metro de desnivel positivo que van a tener que afrontar en la gesta, para impulsar los hogares Lázaro, donde conviven personas que vienen de la calle con jóvenes voluntarios. «No se puede salir de la calle solo. Por eso queremos que cada metro subido sea también un paso hacia más hogares y más oportunidades»
Marco del Ponto e Ilde Sandrin se encuentran ahora mismo en mitad de los Pirineos. Pretenden cruzarlos a pie, desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo, siguiendo la mítica ruta del GR10. La hazaña va más allá del puro montañismo. No pretenden hacer ningún récord personal, ni ponerse en forma de cara al verano. Marco e Ilde caminan por un propósito: Dar visibilidad a las personas que han vivido en la calle y para apoyar a los hogares de la Fundación Lázaro.
El proyecto se llama Transpirenaica 2025 – Solidaridad en movimiento. A lo largo de más de 55.000 metros de desnivel positivo, esta pareja de aventureros quieren visibilizar otra montaña: la que muchas personas deben escalar para salir de la calle y reconstruir sus vidas. Un objetivo en el que no están solos y que pueden alcanzar más fácilmente de la mano de la fundación.
La entidad crea hogares compartidos donde personas que han vivido en la calle conviven con jóvenes profesionales voluntarios. El objetivo no es solo ofrecer un techo, sino reconstruir la vida en un entorno de amistad, respeto y comunidad.
Con el objetivo de impulsar esta labor, la Transpirenaica 2025 – Solidaridad en movimiento quiere recaudar 55.000 euros, uno por cada metro de desnivel positivo que van a tener que afrontar Marco e Ilde. «No se puede caminar solo. Tampoco se puede salir de la calle solo. Por eso queremos que cada metro subido sea también un paso hacia más hogares y más oportunidades», explica Marco.
Sin agua caliente en invierno
El proyecto de cruzar los pirineos a pie surgió, en realidad, hace 20 años, que es cuando Marco e Ilde se comprometieron como pareja. Desde entonces, «cada año nos ponemos un reto y pensamos en una comodidad que nos podamos quitar de en medio», explica en conversación con Alfa y Omega. A lo largo de un año, por ejemplo, pueden dormir en el suelo. En otra ocasión, decidieron cortar el agua caliente en invierno a la vuelta de un viaje en el que entraron en contacto con gente desfavorecida para los que no existía el agua caliente. «Tratamos de meter un poco de hostilidad a nuestra vida para mantener el foco en la gratitud de todo lo que tenemos. Eso nos hace también hacernos cargo de que hay otras muchas personas que no tienen las cosas más básicas para vivir».
En esta ocasión el reto es la montaña y sus inclemencias para dar visibilidad a quienes tienen las estrellas por techo. «Ayer la etapa fue durísima. De hecho, acabé llorando. Fueron 30 kilómetros bajo la lluvia, con la niebla y con muchísimo desnivel, tanto de subida como de bajada», reconoce Sandrin. Y todavía les queda para llegar lo que resta del mes de julio y todo el mes de agosto. «De momento hemos hecho solo un tercio de las etapas. Nos quedan ahora las más duras, la alta montaña. De hecho, me pillas ahora haciendo revisión de todos los elementos y de las condiciones climáticas, porque es una travesía que puede ser peligrosa», concluye.