La Iglesia mira al suicidio «con misericordia»
En el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el delegado de Pastoral de Exequias de Madrid subraya la compasión que la Iglesia tiene hacia las personas que atentan contra su vida
«No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida». Esto afirma el catecismo de la Iglesia católica cuando aborda el tema del suicidio. En el día mundial dedicado a su prevención, que se celebra cada 10 de septiembre, recordamos una visión de la Iglesia que ha ido evolucionando con el paso del tiempo: si antes a los que cometían suicidio no se los enterraba en camposanto, ahora las cosas han cambiado mucho.
«Yo no sé mucho, pero sé lo que decía nuestro Señor en la carta de san Juan, que la misericordia se ríe del juicio», afirma Alberto López Recuero, delegado de Pastoral de Exequias de la archidiócesis de Madrid. En este sentido, «si un padre o una madre ve cómo su hijo se suicida y tiene un dolor tan grande, pero le sigue amando, entonces nuestro Dios, que es Padre y Madre, hará lo mismo». Por eso, «no creo que Dios diga: «Lo has pasado mal en la tierra, pues ahora lo vas a pasar mal hasta que a mí me dé la gana”. No me lo imagino así para nada», añade.
Entonces, ¿cómo se acompaña a los familiares de una persona que ha fallecido en estas circunstancias que son tan dolorosas, donde pueden suscitarse hasta sentimientos incluso de culpa? «Es verdad que se pueden hacer la pregunta de qué he hecho mal para que esto suceda o por qué no me he enterado antes», responde López Recuero. Entonces «lo mejor es escuchar, porque la verdad es que no hay palabras de consuelo ante algo así».
El delegado de Pastoral de Exequias cuenta que traslada a los familiares que «es importante apelar a que verdaderamente ha encontrado la libertad». Y que «después de estar encarcelado en su mente y en su cuerpo, probablemente esa persona ahora puede incluso orar con ellos en esta circunstancia», ya que «antes a lo mejor no tendría ninguna razón y ya libre en el espíritu a lo mejor puede acompañar mejor a la familia».