La muerte de Francisco las sorprendió en Roma: «Hay una sensación de orfandad»
Una veintena de consagradas y una experta en ecología pudieron despedirse del Papa por casualidad. «Cada vez que veíamos un cardenal rezábamos por él», aseguran aquellas
Cuando el lunes 21 de abril María Revilla y sus 21 compañeras aterrizaron en Roma por la mañana, los primeros mensajes que recibieron al reactivar sus móviles era que el Papa Francisco había muerto. «Nos quedamos en shock», recuerda. Pertenecen a la Fraternidad Seglar en el Corazón de Cristo y habían decidido peregrinar juntas a la Ciudad Eterna en la semana de Pascua para ganar el Jubileo.
Además de eso, apunta, «hemos vivido un acontecimiento histórico». Los primeros días hicieron las visitas habituales, pues el Santo Padre aún no había sido llevado a la basílica de San Pedro. Incluso tuvieron ocasión de modificar el cartel que habían preparado para una de ellas por su cumpleaños. «Tenía una foto del Papa diciendo “te espero en Roma”, y tuvimos que añadir: “Cambio de planes, me ha llamado el Señor. Te espero en el cielo”», comparte Revilla.
Cuando por fin tuvo lugar el traslado del Santo Padre, el miércoles 23, «organizamos todo el día en torno a eso», relata Revilla. «Estuvimos en la plaza para recibirle» en un acto «tan solemne y tan bonito». Nada más terminar, se pusieron en la cola para entrar en el templo.
Sensación de orfandad
Por la aglomeración el grupo se fue disgregando y las últimas entraron una hora después que las primeras. Aunque «no te dejaban quedarte nada de tiempo», ellas intentaron quedarse un rato arrodilladas, un poco apartadas. Cuando les pidieron que se retiraran, fueron a la capilla de San José, en el transepto, rezando y digiriendo «la emoción del momento».
Esta laica consagrada resalta dos sentimientos: «La impresión que da estar delante del Papa muerto y la sensación de orfandad. Cuando el Papa muere da igual que te gustara más o menos; es Pedro». Pero, sobre todo, subraya el anhelo de «pedir por él y de rezar muchísimo» por el cónclave y el próximo Pontífice. Estos días en Roma «lo hacíamos cada vez que veíamos un cardenal».
Una última sensación de estos días es la experiencia de eclesialidad al encontrarse con tantas personas dentro de la basílica, «conocidas y desconocidas, de distintos sitios e idiomas, distintas y distantes, pero todas juntas». Silvia Albareda experimentó lo mismo. Dentro de San Pedro, «a mi derecha una mujer india rezaba el rosario y a mi izquierda también lo hacía un chico joven que no sé de dónde sería». Se hablaban todos los idiomas, pero sobre todo el del cariño y la oración expresados en silencio, describe.
«Gracias por Laudato si»
Albareda es profesora de la Universidad Internacional de Cataluña y experta en ecología. «Estoy muy agradecida al Papa Francisco por Laudato si», asegura. Aunque ya venía trabajando en esa especialidad antes de su publicación en 2015, la encíclica sobre el cuidado de la casa común «fue un empujón» para «seguir trabajando con fuerza e ilusión por generar una conciencia del cuidado».
Esta labor le ha regalado el poder despedirse del Papa en persona tras su fallecimiento, que la sorprendió en Roma por casualidad. Está haciendo una estancia de investigación y formación sobre educación para la sostenibilidad en la universidad LUMSA. Había viajado a la Ciudad Eterna para pasar allí la Semana Santa, trabajando de lunes a miércoles (el centro educativo abrí) y viviendo el Triduo en el corazón de la Iglesia.
«El domingo fui a la bendición urbi et orbi porque parecía que Francisco iba a salir. La plaza de San Pedro estaba a rebosar y fue impresionante. Pude verlo, aunque fuera de lejos», relata. Solo tres días después, estaba rezando por él en su capilla ardiente.
Como iba con una amiga en silla de ruedas pudieron entrar directamente a la basílica. Tardaron una hora en llegar al ataúd. «Pero fue bonito porque era como una peregrinación» en la que daba tiempo a prepararse rezando.
De la apuesta de Francisco por el cuidado de la casa común, Albareda alaba cómo «presentó esta visión muy integral entre Laudato si y Fratelli tutti, en la que se ve mucho el cuidado del planeta y de las personas». Los Papas anteriores «también la tenían», matiza, pero el argentino insistía en ella «de forma mucho más explícita». «Todo el mundo» de la ecología y la protección del medio ambiente «está agradecido y representantes de otras religiones lo citan como un referente a imitar».