La parroquia Santos Inocentes de Madrid se dedicó a dar de beber al sediento en pleno apagón - Alfa y Omega

La parroquia Santos Inocentes de Madrid se dedicó a dar de beber al sediento en pleno apagón

El vicario parroquial, ante la riada de gente que salía andando desde Atocha, decidió sacar a la puerta una jarra de agua fría y un cartel ofreciendo vasos de agua a los viandantes

Begoña Aragoneses
Parroquia Santos Inocentes
Parroquia Santos Inocentes. Foto: Archimadrid.

Lunes, 28 de abril, 17:30 horas. Madrid llevaba «apagada» por completo desde las 12:30 horas y riadas de personas pasaban por delante de la parroquia Santos Inocentes, provenientes muchas de ellas de las estaciones de Atocha y Méndez Álvaro. «Era una lluvia de gente», describe Carlos Fajardo, el vicario parroquial, la que transitaba, en un momento además de calor máximo.

El sacerdote, al ver el panorama, decidió sacar a la puerta una jarra de agua fría y un cartel ofreciendo vasos de agua a los viandantes, «un pequeño gesto de la obra de misericordia dar de beber al sediento». A la iniciativa se fue sumando gente, y más cuando llegó la hora de la Misa, las 19:00, con los que acudían a ella. «También se abrió el servicio», porque, cuenta Carlos, «había quienes llevaban tres y cuatro horas caminando y aún les quedaba mucho por andar para llegar a su casa».

Muchos de los que disfrutaban del baño y del agua devolvieron el gesto comprando galletas y chocolate en un supermercado cercano para los siguientes. «Una cadena de generosidad», describe el sacerdote.

«De un pequeño grano se construye un edificio precioso»

Aprovechando el Seminario de Vida en el Espíritu que se acaba de iniciar en la parroquia los lunes después de la Eucaristía, los feligreses invitaban también a pasar un ratito y «adorar a Jesús sacramentado». «La gente estaba super agradecida».

Carlos destaca cómo se volcó toda la parroquia partiendo de «un gesto muy sencillo». La luz les volvió sobre las 20:30 horas, pero los feligreses voluntarios estuvieron hasta pasadas las 22:00 horas atendiendo a todo aquel que lo pedía«De un pequeño grano se construye un edificio precioso», resume el sacerdote.

«Las parroquias hacen presente a Dios en medio del mundo»

Una de las personas que acudió a Misa y que quedó impresionada fue Beatriz, una joven médico madrileña que bajó andando hasta la iglesia, pasando por debajo del Puente de Praga y Legazpi. «Para mí fue precioso verlos ofreciendo el agua —cuenta—; pensé en una caricia de Dios en medio del caos y el calor». 

Describe la misma situación que el vicario parroquial, «riadas de gente, caminando por millares, con mochilas, niños, al sol, intentando llegar andando a los autobuses verdes, interurbanos: policía organizando la subida a los autobuses, organizando el tráfico…. Desolador. Y allí, la parroquia, ¡dando agua! Me emocioné».

Durante la Misa, «la única luz, tenue, la que entraba por las vidrieras de la iglesia, y las velas del altar». Después, en la adoración, «ahí estaba Jesús expuesto, la Luz del Mundo». Ella vio cómo entraba la gente en el templo y «se sentaba, agotada, y se quedaba un ratito ante el altar. Pensé que las parroquias hacen presente a Dios en medio del mundo, y que no hay nada humano que sea ajeno a Dios», concluye.