Las personas con discapacidad «no queremos guetos»
15 peregrinos con y sin esta condición representan a España en el Jubileo de las Personas con Discapacidad. «Es histórico», dicen
Vicky pertenece a la parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos, a las afueras de Madrid, y habla con una transparencia absoluta cuando nos atiende en los alrededores del Vaticano: «Estoy agobiada, aquí hay mucha gente». Sin embargo, le compensa haberse desplazado hasta allí para celebrar este lunes el Jubileo de las Personas con Discapacidad y atravesar la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. «Me ha parecido muy bonita, como la de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza pero más grande», añade con naturalidad. Es una de las 15 personas con y sin discapacidad que han participado en esta celebración jubilar que, programada desde hace un año, ha coincidido de forma imprevista con las visitas de peregrinos a la tumba del Papa Francisco en la basílica de Santa María Mayor.
Mariano Fresnillo, miembro del Área de Discapacidad de la Conferencia Episcopal, explica que «el viaje ha sido fantástico». Cuando nos atiende, apenas han pasado unas horas desde que ingresó en la basílica de San Pedro con una cruz de guía que representaba a todos. «Ha sido muy emocionante entrar con toda la discapacidad, es un hecho histórico y la primera vez que la Iglesia le hace un guiño así», opina. Y confiesa que «nos enorgullece tener este hueco que siempre hemos pedido para y ser uno más de todos los colectivos del ámbito eclesial».
Originariamente, contando con que el Papa Francisco conservara la salud, estaba previsto que estos peregrinos lo vieran en persona en esta celebración. «Habría salido al balcón a saludarnos», hipotetiza Fresnillo, quien está convencido de que el Pontífice «lo hará ahora desde el Cielo porque estaba muy sintonizado con nuestro estilo de vida».
Durante la Misa jubilar en la Plaza de San Pedro, el arzobispo Rino Fisichella —quien fue hasta el fallecimiento de Francisco proprefecto del Dicasterio para la Evangelización— aseguró a las personas con discapacidad que «vosotros estáis en el corazón de la Iglesia». Les recordó a un personaje de estas características, el niño Erman, nacido en 1013 en una familia noble de la actual Alemania que delegó sus cuidados a una comunidad de frailes. Sin que nadie esperara nada de él y con una salud muy débil aprendió latín, griego, matemáticas y «escribió la Salve Regina». A juicio de Fisichella, «experimentó lo que era la verdadera esperanza, la verdadera fe y el amor a María».
También charla con nosotros Daniel, quien explica que «no he podido llevar la cruz porque tengo un problema de espalda y no puedo cargar peso», pero sí «me ha sorprendido la multitud que había». O José Luis, que explica que «pasar por la Puerta Santa ha sido como entrar en una nueva dimensión que te acerca a Dios».
Empujando de la silla de Enar está Marimar, su madre. Su hija tiene parálisis cerebral y «el sueño de su vida era venir aquí y lo ha conseguido, está feliz». «No ha dormido en toda la noche pensando en que va a venir aquí», añade su madre.
También de la parroquia de Tres Cantos viene Álvaro. Pide que «las personas con discapacidad estén integradas». «No queremos guetos», reivindica.