Los desheredados despidieron a su amigo con una rosa blanca
«Lo amaba verdaderamente. Habría ido hasta el fin del mundo con él», confiesa emocionado Antonio, un italiano sin hogar que formaba parte del grupo de descartados que recibieron el féretro del Santo Padre en Santa María la Mayor
«Se me ha ido un gran Papa, lo amaba verdaderamente», atestigua Antonio, un italiano sin hogar de 60 años que participó en la despedida al Papa Francisco en Roma, junto a otros descartados. La Comunidad de Sant’Egidio los llevó hasta Santa María la Mayor y les dio una rosa blanca como signo de amistad. Antonio se acercó a la basílica donde fue enterrado el Pontífice porque «habría ido hasta el fin del mundo con él». En su opinión, «ha sido un Papa revolucionario porque ha querido hacer el bien a todo el mundo. Ha ayudado a las personas sin hogar, unos días antes de morir estuvo en una prisión, el día antes de dejarnos estuvo entre la gente… Ha ayudado siempre a los últimos, a los más necesitados», asevera días después.
Lo mismo piensa Admon, un universitario sirio salvado de la guerra gracias al apoyo de Sant’Egidio: «Recuerdo todas las veces que el Papa se ha referido a mi país, sobre todo sus oraciones por nosotros». Se confiesa «muy agradecido» ante estas demostraciones de «cariño y amistad». Fueron palabras «de esperanza», que han hecho que él y sus compatriotas lo sientan «como un padre bondadoso y humilde».
«Un enorme impacto»
«He perdido a un amigo», dice Ricky, una persona sin hogar que tuvo la oportunidad de encontrarse con el Papa en dos ocasiones, con motivo del libro de Hogares Lázaro con diálogos del Papa con personas que conocen bien la dureza de la calle. De aquellos cara a cara en Roma, Ricky se vino con la impresión de «haber conocido a alguien muy cercano», lo cual tiene más valor todavía si se tiene en cuenta que las personas que han tenido que vivir a la intemperie se ven obligadas a desconfiar de todo y de todos. En esos encuentros a puerta cerrada descubrió en el líder de la Iglesia católica a alguien «muy humano», con quien podía compartir elementos biográficos comunes, como que a los dos los operaron de amígdalas o el gusto por los zapatos sencillos.
«Por lo general, las personas sin hogar no iban al Papa con grandes cuestiones», asegura Bernabé Villalba, responsable de Comunicación de la Fundación Lázaro en España, al hilo de aquellos encuentros. Bernabé también tuvo la oportunidad de despedir a Francisco de cerca en la Misa exequial celebrada en la plaza de San Pedro. Él fue a Roma debido a que tenía el viaje comprado con motivo de la programada canonización de Carlo Acutis; pero le habría gustado poder asistir junto a algún acogido de Lázaro en España. Fue imposible debido a lo elevado del precio de los vuelos. Aun así, la despedida «fue muy emocionante, una manera de dar las gracias al Santo Padre por haber vivido su pontificado de una manera tan intensa al lado siempre del pobre, del que sufre y lo pasa mal, como hizo Jesucristo».
Lo mismo piensa Lía, una joven mexicana que se ha tomado un año sabático para realizar diversas experiencias de voluntariado. A finales de 2024 conoció la experiencia de Lázaro en Madrid y al cabo de unos meses fue a Roma a trabajar en otras organizaciones. Allí le sorprendió la noticia del fallecimiento del Pontífice y quiso ir a su funeral para despedirse de él: «Para mí es el Papa de la atención a los pobres. Creo que es algo que ha demostrado siempre, primero con su ejemplo», afirma. Por eso, destaca el «enorme impacto» que ha dejado tanto en ella como en las personas desfavorecidas con las que se ha encontrado durante su pontificado.