María Dolores Rosique: «Carlo Acutis es uno más en mi casa, ¡tenemos su foto en el salón!»
Esta pediatra rezó ante la tumba del beato con un cáncer agresivo y, tras un duro proceso, mejoró. A pesar de todo, asegura que «ha sido un regalo»
Todo empezó con un viaje a Italia en 2022 en el que se dio cuenta de que tenía cáncer. ¿Cómo lo vivió?
—Se te cae el mundo a los pies. Yo ya llevaba tiempo sintiéndome mal, pero había aprendido a convivir con ello. Una noche me toqué y, por mi profesión, supe que tenía mala pinta. No sabía exactamente dónde era, pero lo notaba en la zona del hígado y el páncreas, así que tenía la impresión de que iba a ser muy grave y seguramente con final trágico. Intenté aguantar los días que quedaban de viaje, pero fue realmente duro.
De forma improvisada, pararon en Asís y se sentó delante de la tumba del beato Carlo Acutis. ¿Qué le pidió?
—La providencia quiso que en el peor momento de mi vida estuviéramos allí, delante del cuerpo de Carlo. Lo primero que pedí fue que los jóvenes de mi familia estuvieran siempre cerca de la Eucaristía. Luego, que lo mío no fuera muy grave, sobre todo para poder acompañar a mis hijas en su adolescencia y juventud.
¿Qué cambió aquel encuentro en usted?
—Tuve paz mental, porque cuando descargas tu dolor y tu peso en el Señor, y en este caso también en Carlo, se alivia la carga. Acepté que no dependía de mí y lo dejé en manos de Dios para lo que Él quisiera y aceptando lo que viniera. Aparte de esa paz espiritual, sentí un bienestar físico que me duró una media hora donde me encontré perfecta, sin cansancio, como hacía años que no me sentía. En ese momento supe con muchísima claridad que Carlo iba a interceder. No tuve ninguna duda.
¿Qué revelaron las pruebas médicas en España?
—Me detectaron un tumor de gran tamaño en el ovario con metástasis en todo el abdomen, en el intestino, en el otro ovario, en el peritoneo… No me dieron pronóstico, pero como médico sabía que la supervivencia era muy pequeña y que, en principio, no era curable porque había mucha extensión. Después, cuando me operaron, vieron que en realidad el tumor no era de ovario, sino que era de apéndice, con bastante mejor pronóstico.
¿Cómo llegó a sus manos la reliquia de Acutis?
—Nada más llegar, con el primer diagnóstico, fui a un sacerdote para que me diera la Unción de Enfermos. Después, hablando con el cura, le dijimos que habíamos estado en Italia y sacó la reliquia de Carlo. «Te la dejo hasta que te cures», me dijo. Ya no me separé de ella y además le pedí a todo el mundo que encomendara mi curación, mi mejoría o lo que Dios quisiera al Señor a través de Carlo. Y así fue. Se hizo una cadena de oración y fueron unos meses muy complicados; cirugías extremadamente largas, el tumor se reproducía, un derrame pleural…
¿Ahora cómo se encuentra de salud?
—En la segunda cirugía sacaron todo el tumor que se había reproducido y me pusieron una quimio especial dentro del abdomen. Desde entonces estoy libre de tumor. Por supuesto, con revisiones continuas y con secuelas como el cansancio o una menopausia precoz, pero con los marcadores perfectos.
¿Esta experiencia ha supuesto una reconversión?
—Sin duda, y también para mucha gente a mi alrededor. Solo puedo dar gracias, porque ahora veo con mucha claridad que ha habido más cosas buenas que malas. He crecido en mi fe y, por ejemplo, amigas que estaban alejadas de la Iglesia o con la fe muy dormida, de repente se han acercado. Ha sido un regalo.
¿Cree que vivir la enfermedad con fe marca la diferencia?
—Absolutamente. La fe te da confianza y te descarga, porque llevar la cruz apoyada en el Señor es mucho más llevadero. También la oración de la gente. En mi caso fue fundamental, se estableció una cadena de oración impresionante y eso fue lo que me mantuvo.
¿Qué significa Acutis para usted?
—Se me saltan las lágrimas. Carlo es uno más en mi casa, ¡tenemos su foto en el salón! No sabemos si podremos ir a Roma, pero creo que su canonización va a ser una explosión de gracia para todos los jóvenes.