Menores y retos virales: una combinación explosiva - Alfa y Omega

Hay retos virales que son altamente peligrosos. Pero, ¿por qué triunfan? Recientemente ha saltado a los medios la noticia de un adolescente en Valencia que casi fallece por sumarse al reto de «tomar la mayor cantidad del fármaco más fuerte que haya en tu casa». Estuvo varios días ingresado, incluso en la UCI, tras ingerir un número considerable de pastillas indicadas para una dolencia neurológica. 

Cada cierto tiempo nos llegan noticias de retos virales que nos ponen los pelos de punta: la ballena azul, con sus pasos hasta llegar al suicidio; o el juego del desmayo (blackout challenge), que consiste en aguantar la respiración el máximo tiempo posible hasta perder el conocimiento. El verano suele ser una época con más tiempo libre y más posibilidades de retos virales peligrosos. Uno de cada diez adolescentes participó en un reto viral peligroso, según un estudio de 2022 de la Universidad Internacional de La Rioja. Las competiciones por demostrar quién es el más valiente, superando arriesgadas pruebas, no son algo nuevo. Lo que es novedoso es el alcance de estos retos a través del poder multiplicador de las redes sociales. Y como más gente participa, más extremos suelen ser los desafíos. 

La temeridad y la adolescencia frecuentemente van de la mano. Conductas que nos parecen arriesgadamente absurdas desde una mirada adulta, pueden ser vistas con despreocupación por los menores. A esto se le suma un factor agravante desde un punto de vista educativo, y es que en numerosas ocasiones nos cuesta enfrentar a los jóvenes a una realidad: nuestras actuaciones tienen consecuencias, para bien o para mal. A veces, irreversibles. 

Hace un tiempo un profesor de la ESO nos contaba que uno de sus alumnos no entendía que, si suspendía el examen de recuperación, no hubiera más oportunidades. Es una generación que se ha acostumbrado a vivir la vida en modo videojuego: siempre se puede recomenzar como si nada hubiese ocurrido, confesaba este docente. Y eso lamentablemente no es cierto, como casi experimenta este joven de Valencia que podría haber perdido la vida. Como dice el refranero, «Dios perdona siempre, los hombres perdonamos a veces, pero la naturaleza no perdona nunca». 

Sobreproteger a corto plazo, evitando que los jóvenes se enfrenten a dificultades, los hace más débiles a medio y largo plazo. El filósofo Gregorio Luri suele decir, con el sentido del humor que le caracteriza, que estamos ante los niños de las «rodillas impolutas». Evitamos que sufran accidentes en un tobogán y, simultáneamente, se nos pueden estar escapando riesgos más invisibles, pero muy reales. 

El informe médico del caso citado de la Comunidad Valenciana dictaminó que este adolescente «participó en el reto durante la madrugada, tras estar en contacto con otros jóvenes a través del móvil». Casi el 60 % de alumnos de la ESO reconoce llevar el móvil a su habitación por las noches y más del 20 % se conecta más tarde de medianoche, según el estudio de Unicef Impacto de la tecnología en la adolescencia. Ante esta realidad es urgente establecer el hábito de que los dispositivos electrónicos duerman fuera de las habitaciones, lo que evitaría un gran porcentaje de los malos usos de las pantallas.

La tecnología nos trae muchas cosas buenas, pero también nuevos retos educativos y aspectos que nos son más difíciles. En Empantallados nos referimos al reto de las 3Aes: autoestima, atención y aburrimiento. 

Una de las principales motivaciones de sumarse a estos retos virales es la necesidad de pertenecer a un grupo y sentirse validado por los demás, sin importar los riesgos que eso implique. Ante esto, una sana autoestima puede ser un factor protector relevante. Es importante que desde pequeños los ayudemos a conocerse y a aceptar que no podemos ser buenos en todo. 

En cuanto a la atención, en un mundo de estímulos constantes es esencial que haya tiempos sin pantallas y que cuándo naveguen por internet tengan un para qué. Y, por último, frente al aburrimiento, conseguir implicarlos en actividades que requieran un esfuerzo a medio plazo (campeonatos deportivos, tocar un instrumento). Los algoritmos pueden encerrarnos en burbujas: hacer voluntariado, adaptado a cada edad, puede ser una gran recomendación.

En la serie Adolescencia, de Netflix, que ha batido récords de audiencia, la madre del protagonista dice compungida: «Pensé que en su habitación estaría a salvo». Esto debe ser una llamada a la acción para no dejar a nuestros menores huérfanos digitales. Actualmente los riesgos a los que se enfrentan los adolescentes pueden ser aparentemente invisibles, pero están ahí. El verano es, sin duda, un buen momento para afrontar las conversaciones pendientes entre padres e hijos, con calma y sentido constructivo.

María José Abad Villagra  

Responsable de investigación en empantallados.com / Fundación Fomento de Centro de Enseñanza