Sigue habiendo quien se entrega para llevar luz a la oscuridad - Alfa y Omega

Sigue habiendo quien se entrega para llevar luz a la oscuridad

En la Iglesia estamos acostumbrados a estas historias. No dejemos de verlas en contextos menos familiares para nosotros

Alfa y Omega

Más allá de los detalles escabrosos, la entrevista con el médico español Raúl Incertis en estas páginas trasluce la profunda admiración que siente por los colegas palestinos con los que comparte trabajo en el Hospital Nasser, de Gaza. A pesar de que después de tres meses en la Franja ya se siente al límite de sus fuerzas, le empuja a seguir adelante el ejemplo de esos profesionales que trabajan 60 horas a la semana en condiciones durísimas para ayudar a los demás y ganar un sueldo que (mal)alimente a sus hijos. Al terminar la jornada, se van a dormir a campos de desplazados bajo las bombas y siguen al pie del cañón cuando todos han perdido a familiares. Si Incertis cree que su labor tiene menos mérito porque él no se enfrenta a tantos obstáculos, no es menos cierto que tiene el valor añadido de que él ha dejado una realidad cómoda para entregarse a los demás en medio del horror.

En una sociedad en la que predominan la sospecha constante, la deshumanización del otro y la imposición de relatos que cada vez con más alarmante normalidad justifican la violencia, reconforta comprobar cómo en medio de las oscuridades que estos mecanismos generan sigue habiendo personas que se lo juegan todo por llevar algo de luz a quienes sufren las consecuencias. Igual que los ha habido en otras épocas oscuras. Pensemos en Éliane, miembro de la resistencia frente al nazismo cuyo heroísmo hasta el final recuerda un adoquín metálico en Madrid.

En la Iglesia, que nació de la mayor entrega de la historia —y la única que además pudo poner coto al mal, aunque todavía cueste verlo— estamos acostumbrados a escuchar historias de este tipo en multitud de santos y mártires a lo largo de los siglos. No dejemos por ello de reconocerlas y admirarlas en otros lugares y personas; quizá menos familiares para nuestra mente porque están en el aquí y ahora y no en un relato secular. Pero no por ello menos reales.